viernes, 11 de julio de 2008

El ocaso educativo

"El alumno tiene que ser el centro, pero no el centro para tirar tizas o arruinarle las clases al profesor". Con esa premisa, que intenta fortalecer el papel y la autoridad del docente en le aula, el pedagogo Jaime Barylko, propuso activar, a fines de los noventa, una revolución educativa, que no era otra cosa que volver a los valores que la escuela había dejado arrumbados. "El niño se volvió el gran dictador, y el profesor se volvió esclavo del niño", reflexionaba el pedagogo en una entrevista con el diario La Nación, al referirse a los valores que prevalecen en la vida escolar.

Frente a esa realidad, el Dr. Barylko advertía: "Una cosa es ser el guía y otra cosa es ser el esclavo. La distorsión es el sometimiento por miedo a quitarle la libertad al alumno".
Y remarcaba otro aspecto fundamental de este grave conflicto y es el rol de los padres: "Hay desprecio hacia el docente y los que más los han menospreciado en los últimos 30 años son los padres de los chicos. Antes respetaban a la institución, a los maestros. Hoy apoyan todo movimiento contra los docentes y los colegios. Los padres, en lugar de respaldar a la autoridad escolar, apoyan a sus hijos, que se llegan a comportar como vándalos".

Lamentablemente la calidad educativa, moral e institucional se ha degenerado a límites insospechados. Alumnos hostigan a profesoras durante las clases y llegan hasta prenderle fuego en su cabellera, mientras se rien burlonamente a sus espaldas. Este es un triste y patético escenario. La falta de límites constante ha tornado imposible la convivencia en el aula, así como en casi todos los ámbitos de nuestra sociedad.
La responsabilidad es de TODOS y debemos entender que nada va a cambiar, en tanto no le demos a la EDUCACIÖN el lugar que se merece.

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