domingo, 2 de agosto de 2009

Lecciones de moral de una amoral

"Las monedas
te las podés quedar"


POR BRUNO BIMBI

Con sorpresa he leído las declaraciones de la diputada nacional Diana Conti, quien afirmó que la jueza de la Corte Suprema de Justicia Carmen Argibay “representa a un sector con vacaciones muy largas y sueldos muy altos”. Recuerdo haberla escuchado a Diana defendiendo con orgullo en el Senado la designación de Carmen Argibay, de quien era –no sé si sigue siendo– amiga.

No sé cuál será exactamente la diferencia cuantitativa entre el salario de una diputada y el de una jueza de la Corte, pero sí me parece importante saber cómo cada una se gana el propio. A principios de 2005 denuncié ante la Justicia a la entonces senadora Conti por haberse quedado con parte de mi salario de empleado del Senado de la Nación y haberme despedido por no aceptar el tipo de relación laboral que ella pretendía imponerme y que, al parecer, formaba parte de un conjunto de “reglas de juego” que yo no conocía y preferiría no haber tenido el disgusto de conocer.

Luego supe que se trataba de algo “normal” que muchos legisladores hacen: así como te descuentan por planilla la obra social, los aportes jubilatorios o la cuota del sindicato, en ciertos despachos hay otro descuento que no aparece en el recibo: la parte de tu sueldo que le tenés que dar al legislador que te contrató. Entre el sumario del Senado y los dos juzgados por los que pasó la querella que le inicié a Diana, contando declaraciones testimoniales y careos, declaré nueve veces, en dos oportunidades por más de cuatro horas, y relaté en detalle cómo funciona este mecanismo que me tomó por sorpresa la primera y única vez que trabajé en el Congreso. Más allá de la humillación personal, el dolor y la bronca que el hecho en sí me produjo, lo más feo fue darme cuenta de que esa persona a la que admiraba por haber propuesto la nulidad de las leyes de obediencia debida y punto final, por defender los derechos de las parejas homosexuales y otras posiciones que la colocaban en lo que suele definirse con poca precisión como “progresismo” tenía otra cara: la que vi cuando contaba los billetes que me había sacado de las manos mientras yo la miraba con asombro y sin entender qué estaba pasando. Y ella me decía con cinismo: “Las monedas te las podés quedar”. Esa frase no me la voy a olvidar nunca.

El primer juez que tuvo en sus manos el expediente la sobreseyó en tiempo récord y sin hacer casi nada, pero yo apelé y la Cámara anuló el sobreseimiento. Desde entonces, la causa está en el juzgado federal a cargo del Dr. Rodolfo Canicoba Corral, quien ha citado a una gran cantidad de testigos, ha tomado diversas medidas de prueba y ha ordenado careos.

Mientras espero que la Justicia se pronuncie sobre el delito que denuncié, me muerdo los labios por consejo de mi abogado cada vez que debo asistir al show político en el que la ahora diputada Conti da lecciones de ética cada vez que le acercan un micrófono.

2 comentarios:

Lori dijo...

Son muchos los que se descaractizan cuando de dinero se trata porque para ellos "lo que cuenta es el cash"

Anónimo dijo...

ESte es el progresismo que pregonan los Kirchner, una verguenza.
Lorenzo